El rescate de Violeta no lo olvidaremos nunca.
Formaba parte de una manada de treinta caballos y el día que fuimos a por ellos, Violeta se encontraba en un avanzado estado de gestación. Intentábamos explicarle que nuestro objetivo era llevarla a un sitio conocido como “El Paraíso de los Caballos”, nuestro Refugio.
Pero ella, en su afán por proteger a su bebé y por el miedo que le tenía a los humanos, se mostraba reacia a entrar en el camión que los llevaría a su nueva vida. Sufrimos momentos de muchísima tensión, algunos lloramos de impotencia, y de repente fue como si todo estuviera claro, y Violeta, tranquila, entró en el vehículo.
En muchas ocasiones nos encontramos con situaciones sorprendentes mientras trabajamos, que nos confirman la gran sensibilidad que tienen los animales. Por ejemplo, cuando empezamos a desarrollar este proyecto, estábamos algo preocupados precisamente por cómo iban a reaccionar al llegar al centro, si se comportarían de forma violenta…
Sin embargo, tras los primeros salvamentos, descubrimos que no sería tan difícil como habíamos imaginado. Los caballos están nerviosos mientras siguen en los lugares donde han sido maltratados, incluso durante el trayecto a la Protectora, pero en cuanto llegan aquí es como si entendieran que están en un buen lugar.
Quizás sus compañeros del refugio les transmiten que ya no tendrán por qué preocuparse más, que, por fin, están a salvo.
Apadrina. Salva una vida.