Cuando uno de nuestros animales fallece, decidimos qué árbol, planta o flor tiene más rasgos de su personalidad y lo plantamos lo más cerca posible de su tumba para que se alimente de su energía. Todos los árboles del Refugio tienen un NOMBRE, que nos recuerda la existencia de un Ser Maravilloso que nos aportó algo en vida y, muchas veces, también, después de su muerte.