Forma parte de un grupo de tres, como “Las Embrujadas”.
Son familia, no de sangre, pero sí por la historia que tienen en común.
Es una yegua templada, observadora, pacífica, aunque, a veces, no lo parece porque sus movimientos son un poco bruscos, pero todo es por culpa del miedo que aún tiene.
La primera vez que la vimos estaba en una especie de garaje con un suelo lleno de estiércol y purines que le llegaban a la barriga. No había luz y en cuanto un vecino les tiró un puñado de pienso, se abalanzaron sobre él, poniendo en peligro a todos los que allí estábamos.
No pudieron evitarlo, posiblemente llevaban meses sin apenas comer.
No queremos entrar en muchos más detalles, simplemente no entendemos cómo los humanos nos creemos con derecho a tratar a otros de esta manera…
Ven a conocerla, podríais llegar a ser buenos amigos.