Siempre digo que los caballos me han enseñado a perdonar y, sobre todo, a apreciar y disfrutar de las segundas oportunidades que la vida te ofrece.
Cognac es un gran ejemplo en este sentido.
Es uno de los caballos más nobles, tranquilos, respetuosos e inteligentes del albergue.
Además, ¡es muy bonito!
Sufrió, junto a sus compañeros, el miedo por vivir en carne propia algunas de las peores reacciones humanas y, sin embargo, en cuanto puso un pie en Todos los Caballos del Mundo, decidió dejar su vida pasada atrás para poder disfrutar de las cosas y seres que le hacen feliz en el refugio.
Busca desesperadamente un amigo humano que quiera dedicarle su tiempo.
¿Podrías ser tú?