La primera vez que vimos a Paris, aún era una potra. Tenía un aire recio, imponente, por eso le pusimos de nombre Augusta. Era tan guapa y elegante que pronto conseguimos una buena familia para ella.
En Cádiz había una niña esperándola. Así que Augusta partió para su nuevo hogar y nosotros nos sentimos felices por ella y por la vida llena de alegría y mimos que la esperaba.
Por desgracia, lo que hemos aprendido con el paso de los años y a base de golpes es que hasta la familia más “buena” suele cansarse de los animales cuando envejecen, enferman o sencillamente ya no pueden satisfacer las necesidades del humano, como llevarlo a la feria o a dar paseos.
Tras unos diez años, recibimos la terrible llamada: ya no querían más a Paris. Nos dijeron que era por un cambio de empleo que trasladaba a la familia a Canarias, pero en cuanto vimos a la yegua, supimos cuál era la verdadera razón: padece infosura. Para quienes no sepáis que significa se trata de una situación crónica, asociada con la rotación de la tercera falange (el hueso en forma de cuña que cubren los cascos de los caballos).
El 9 de septiembre de 2022 sufrió un cólico. Creemos firmemente que ya había sufrido otros con anterioridad mientras vivió en Cádiz, pero en lugar de avisarnos nos la devolvieron sin más explicaciones. Su vida y su muerte no fueron fáciles, pero ahora descansa junto a Yorkie. Y tiene un pequeño jardín sólo para ella y una Virgen que la protegerá eternamente.