Duele mucho tener que decir esto, pero sus maltratadores no fueron quienes más daño le hicieron.
A veces, el abandono por parte de un ser querido, puede causar daños irreparables.
Tras llegar al Refugio, fue entregada en adopción muy rápido a una señora que prometió quererla mucho. Sin embargo, el cariño duró poco y al cabo de un par de años nos escribió un email para decirnos que quería un caballo más grande.
Pocos días más tarde, nos la devolvió. Música lo pasó mal. Al cabo de un tiempo nos visitó una familia que buscaba un buen caballo para su hija. Fue amor a primera vista por parte de las dos. Así que decidimos cederla en adopción.
Y así fue durante muchos años hasta que un día nos comunicaron que Música estaba coja. Obviamente, les aconsejamos que llamaran a un veterinario, pero nos dijeron que no, que ya les habían dado un diagnóstico y que no querían gastarse más dinero en ella.
Tras la sorpresa inicial enviamos a un veterinario pagado por la Asociación. El veterinario fue franco: tenía una lesión en el tendón, pero con reposo de unos seis meses, el animal se recuperaría.
La respuesta de los padres fue tajante: su niña no podía dejar de montar durante todo ese tiempo y nos devolvían a Música.
No pagaron ni el transporte de vuelta.
Al cabo de un tiempo, quisieron recuperarla, pero mi hermana y yo nos hubiéramos cortado una mano antes que devolverla a una familia que no conoce la ética.
Música no entendió bien este nuevo abandono y, aunque es feliz con nosotros, no ha vuelto a ser la misma.