Loquillo fue rescatado de La Casa de los Horrores, junto a los compañeros que lograron sobrevivir. Lo adoptó uno de nuestros veteranos voluntarios. Durante los años que permaneció con él, creemos que lo pasaron muy bien. Los dos aprendieron juntos ejercicios de Doma Natural.
En varias ocasiones, le ofrecimos nuestra ayuda al voluntario para pagar ciertas atenciones veterinarias que Enfadado requería. Para que no se separaran, nos ofrecimos a ayudar en lo que el caballo pudiera necesitar. Lamentablemente, el señor, que nos conoce desde hace años, debió sentirse avergonzado y en lugar de venir al Refugio a hablar con nosotras, nos escribió un wasap a través de otra voluntaria amenazándonos con dejar el caballo (¡su caballo, su amigo!) atado por fuera de la valla de nuestro Centro.
Loquillo echa de menos a su amigo, pero es un caballo con un temperamento optimista, nos reconoce como sus rescatadores y, en general, es feliz como una perdiz. Ni siquiera parece importarle que su “papi”, que nos explicó que ya era muy mayor para atenderlo, no nos haya dicho de venir a verlo y darle zanahorias. Pero a todos nos ha pasado alguna vez… es una enfermedad común: amigos desagradecidos.
Le hemos cambiado el nombre a Loquillo. Lo hacemos para borrar el pasado, ya que sólo existe el Presente. Y en el presente es un caballo mayor, que, sin embargo, estamos seguros va a dar mucha “caña”.
Apadrina a nuestro Loquillo