Ha permanecido con nosotros desde el día en que nació.
Su madre era una de las miles de yeguas que se pasan la vida criando a manos de tratantes sin escrúpulos.
En realidad, a quien rescatamos fue a su hermana Hada y no imaginábamos que su madre, Mikaela, nos iba a hacer otro regalo.
Gracias a Dios, nos dio tiempo a ayudarla a recuperarse lo suficiente como para que tuviera a su segunda hija sin problemas.
Pero, para ser honestos, somos una familia consentidora y ahora es una yegua un pelín caprichosa que no reacciona siempre bien a las sugerencias de los humanos…
Uno de los éxitos de Todos los Caballos del Mundo es haber librado a un ser como Campanita de una vida de penurias y desesperanza.
Ella lo puede todo, lo sabe todo, lo consigue todo… y, además, está segura de que nadie, nunca, le hará ningún mal.