Pertenece a un grupo que, al principio, denominamos como las “yeguas salvajes”.
Vivieron con miedo durante años y ese recuerdo aparece de vez en cuando. Algunos voluntarios del albergue han conseguido hacerse amigos de ellas, pero como el voluntariado viene y va, en cuanto llega una persona nueva, la desconfianza también resurge. Biznaga estaba tan mal, que nos costó mucho recuperarla.
Además, sufrió un embarazo de alto riesgo debido a su malnutrición. Lo hemos pasado muy mal por ella, pero ahora se encuentra estable y tranquila en la Protectora.
Le recordamos con frecuencia que en 2018 decidimos dejar de ceder animales en acogida y que, por tanto, vivirá toda su vida con nosotros en el Todos los caballos del Mundo, donde siempre la protegeremos.
Apadrínala, se lo merece.