Mil páginas y nos quedaríamos cortas para contarte las experiencias que hemos vivido con estos increíbles animales. Perros que hemos recogido de basuras, incendios, inundaciones, carreteras, balcones (que eran sus cárceles) … Animales que, al primer síntoma de enfermedad, son “expulsados de la casa”, arrebatándoles todo lo que conocen, a sus seres queridos…
En este apartado te vamos a contar la historia de Marifló, que, por desgracia, no es un caso excepcional, sino un ejemplo más de lo que los humanos hacemos con otros seres.
Nos llamó la Policía Local porque a raíz de un pequeño incendio en una barriada habían descubierto la existencia de un animal en muy malas condiciones. Para preparar lo que teníamos que llevar, preguntamos de qué animal se trataba. “No lo sabemos”, respondieron. “Lo que sea” está bajo una maraña de pelos. Efectivamente era imposible saber qué había debajo de todo aquello, pelos, orines, heces, dientes… Lo que no lográbamos ver eran los ojos. Lo rescatamos, no sin dificultad, porque era agresivo… y lo trasladamos a un centro veterinario.
Primero hubo que sedar, después cortar, coser, limpiar, curar… y tras casi todo un día con el animal, apareció una perrilla de ojos alegres, que apenas veía (por haber permanecido mucho tiempo a oscuras), pero que se alegraba de que le hubiéramos desencajado los dientes y le hubiéramos cortado las uñas que se le clavaban en su propia carne…
Me encantaría decir que se volvió una perra sana y feliz con el tiempo, pero cuando oscurecía (suponemos que es cuando llegaba su dueño a casa) o ante cualquier pequeña situación de estrés, aparecía Mrs. Marifló Hyde, mordiendo todo lo que estuviera a su alcance.
Sin embargo, la queríamos tal y como era… Tuvimos que operarla en un par de ocasiones debido a las secuelas del maltrato, pero vivió una vida plena y feliz, siendo ella, nadie le hizo nunca un reproche. Y, aunque hace ya algún tiempo que se fue, aún la echamos de menos.
Si apadrinas a este maravilloso grupo, estarás apadrinando a todos los perros que viven felices en nuestro Refugio, y a aquellos que necesiten nuestra ayuda fuera, como Marifló.